No estoy segura de lo que siento por la ciudad en donde he crecido. Por un lado me fascina porque sé el potencial que tiene para ser rica estética y culturalmente, sin embargo me da pena ser testigo del crecimiento descontrolado, el desorden y la violencia que caracteriza a la misma. Aparte de los políticos corruptos que no tienen verdadera vocación y se focalizan en intereses egoístas y personales, en vez de centrarse en los de la comunidad; está la indiferencia, la ignorancia y la negligencia que lastimosamente caracteriza a un gran porcentaje de los ciudadanos.
Cosas pequeñas como ver que un microbusero tire por la ventana su cáscara de mandarina me frustra, gente cruzando en plena carretera bajo puentes peatonales con hijos cargados me frustra, graffiteros pintando en zonas restringidas me frustra, niños pidiendo limosna en vez de estar estudiando me frustra; sí, vivo frustrada. Frustrada por la impotencia de no poder hacer mucho y por ver que la ciudad que tanto quiero es un verdadero caos.
Por si no fuera poco, la centralización en Lima hace que continuemos creciendo en cuanto a población. Cada vez más edificios, más carros y por consiguiente más tráfico, más personas desempleadas y por consiguiente más delincuencia, más gente infeliz y por consiguiente más violencia. Un círculo vicioso que no culminará hasta que aparezca un bueno líder político con honestas intenciones de desarrollar un plan para el bienestar social y no para el bienestar personal. Creí que Fernán Altuve era una buena opción para las elecciones municipales, sus propuestas me parecieron coherentes y transmitía honestidad. Lastimosamente, me vi obligada a votar por Lourdes Flores únicamente porque no quería que salga elegida Susana Villarán; los detalles de dicha decisión están expuestos en la entrada “Amigas y Rivales”.